miércoles, 20 de febrero de 2008

Futuroh


Nunca hubo el castillo que dejaste.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Olvido


Meterse allí para lavar las palabras, que el sauna sea el Leteo, que me olvide de mi alma.

lunes, 21 de mayo de 2007

No ve Oh


(Pero mirame, aunque yo no vea nada).

jueves, 17 de mayo de 2007

Puente



Una escengrafía para cuerpos que van o vienen.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Huellas de Oh





A un niño le preguntan: por qué lloras? El niño responde: porque tengo lágrimas.


Compro niño que responda eso. Para yo caerme, esperanzada, junto a su brevedad. Compro gente que cuando abra la boca haga ruido de mar contra roca y de roca contra mar (renunciá a tu lenguaje y yo te compro).


Un hombrecito autoadhesivo se despega y pierde la brillantina. Una mujercita la encuentra y se la pasa por los ojos. ¿Estoy linda?, le pregunta al hombrecito.

- No.
- ¿No?
- No, querida, no.

El niño pasa, breve, cortito, y le pregunta:

- Por qué te pusiste eso en los ojos?
- Para ser más linda.

El niño le dice: con eso en los ojos no se te ven los ojos.


A ese niño yo le pido que sea mi hijo, o que crezca y sea mi amante. Me responde que ni los niños ni los hombres están hechos para ser de alguien.


Compro una carta de renuncia a todo y me oferto a algún niño que pase.

viernes, 9 de marzo de 2007

Hoy presentamos: La canción de Billy (fin del western)


Y Billy después se puso tan dulce y sereno. Agarró una guitarra y cantó. Y yo, espectadora de Billy y de todo lo que había en él para mí, supe que era un hombre con el que quería casarme y tener dos o tres hijos, malos como yo e inapresables como él, rubios como yo y morochos como él, llenos de amor y de furia, como yo y como él. No quise vestirme, sólo me dejé las botas, por si alguno de esos que nos buscan entraba por la puerta y se hacía necesario correr.
Sentada sobre algo que hacía de asiento y que estaba lleno de mugre, pensé que el mundo era lo que Billy decía que el mundo era: una canción de ruta, a las dos de la madrugada, de un hombre herido, para una mujer desnuda.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Hoy presentamos: Los malos


Billy se mueve despacio. Está mugriento: barro hasta las rodillas, camisa rota, tierra en la cara. Billy, el sucio. Está herido: sangre en todos lados. Me gusta verlo así y hablo de venganza pero también de sexo: me acerco, no lo toco, solo extiendo la mano para bajar el cierre de su pantalón. Esta chica anduvo extrañándote, le digo. El sonríe de costado, sin dejar caer el cigarrillo de la boca. Sí, vi esos carteles, responde friccionando los labios contra el filtro. Agarro su maldito cigarrillo, lo tiro al suelo, y cierro su boca con la mía. Mientras me toca confiesa: maté a unos cuantos, y no me arrepiento. Billy, el malo. Yo tampoco soy buena, digo mientras hurgo en su bragueta como si allí hubiese mucho dinero. Ya lo se mi querida, por eso te huyo.
(Dos chicos jugaban a buscar y a huir mientras ambos eran buscados por huir).

lunes, 5 de marzo de 2007

Un paréntesis al vaquero


Busco el amor mientras el amor se desplaza infinitamente hacia delante y me hace llorar: soy chiquita, las lágrimas son por un capricho, de amor, pero capricho al fin, tira de la manga de la camisa de alguien que niega con la cabeza, que dice “no soy yo”. Y ahí entiendo que esto, al contrario de mis historias, no depende de mí. Agacho la cabeza: soy una chica disfrazada de superheroína que siente que se muere.

(Rechazo es un terrorista disfrazado de palabra).

Hoy presentamos: Vaquero te extraño


Entro al bar del pueblo y pregunto por Billy. Todos están borrachos. Uno eructa y después se cae al suelo. Muestro una foto y digo: éste es mi maldito vaquero, y lo busco. Otro pregunta: ¿tu vaquero? Y acentúa el “tu” como diciendo: ese vaquero no es tuyo.
Pego su foto en una pared, encima no escribo “Buscado”, ni tampoco “se ofrece recompensa”. Encima escribo “te extraño”. Ustedes están ahora en este bar, ustedes son los que se emborrachan mientras yo hablo. Miren la foto de mi hermoso Billy. Y vean cómo escribo sobre ella.

viernes, 2 de marzo de 2007

Hoy presentamos: Un cartel tendrá tu foto y dirá que te busco.




Si una mujer extraña a su vaquero, es porque no puede salir al ruedo, llevar revólver y andar a caballo en la intemperie. Es porque se retuerce en su cama (su cuerpo cada mes le recuerda que debería tener un hijo de ese vaquero, para que a sus tres o cuatro años, si nace varón, sea fotografiado con un sombrerito y revólver de juguete). Es porque se aburre en un pueblo sucio hecho para hombres sucios. La sangre que derrama el vaquero tiene algo que ver con la que derrama la mujer, es su contraproducción.
Te busco vaquero. Te extraño. Pero sabé que es porque me aburro en esta casa hecha para una mujer que debe buscar y extrañar.
Esta total falta de amor puede volverse una venganza: iré a ese pueblo, preguntaré por mi vaquero. Y si nadie responde, mi caballo sabrá de la intemperie.
(Vaquero, un cartel tendrá tu foto y dirá que te busco.)

jueves, 1 de marzo de 2007

PRODUCCIONES DEL OHESTE PRESENTA: CICLO DE WESTERNS Hoy presentamos: No disparó sobre mí


Maldito día de lluvia en el que alguien se fue. La cama tiene una madera que cruje o: yo, en mi cama, soy una cosa que hace ruido. Extraño al extraño. Un cowboy se fue a medianoche con su sombrero y su revólver, no disparó sobre mi. Me besó la nuca pero yo sentí un golpe seco.
Quedamos en que él me cuidaba de los hombres malos si yo le bajaba el cierre del pantalón cada noche, así. Un trato perfecto. Luego compraríamos un caballo nuevo. Luego escaparíamos de este lugar. Yo sería la chica del cowboy. El sería un cowboy que me llevaría lejos.
Pero el cowboy no cumplió. Se fue esta noche sin decirme nada.
Este crujido es el ruido de sus botas por la tierra. Cuando doy vuelta mi cuerpo sobre la cama, empieza su camino. El ruido de su camino (pasos, caballos, disparos), lo hace mi cuerpo sobre esta cama de madera. Esta chica sabrá encontrarte, sabe cómo y para dónde te vas a mover.
(Un vaquerito jugaba a disparar y se creía un vaquero que disparaba).

lunes, 26 de febrero de 2007

Epílogo


Dedico esta historia a: Tyria, Fish Boy, Francisco Culp, Luciérnagaa, Uno, Ex, Agustín Prats. Y les agradezco a todos los que han pasado por aquí.
Agradezco también, a mi gran inspirador, Park Chan Wook, quien me prestó dos nombres: Old Girl y Oh dae su (ambos tomados o reformulados de su film Old Boy).

En estos momentos escribo la versión teatral de Oh, en cuanto esté terminada, de alguna manera la compartiré con ustedes.

Esta experiencia fue como ser chica, nadar en una pileta con amigos, tirarse de cabeza, jugar a ahogar al otro, nadar estilo rana (mi preferido porque "así se mueve el alma"). Y escuchar, las risas y voces de los otros, opinando sobre mi nado, mejorándolo y yo, con mi malla campeona, chiquita, siendo, sencillamente, feliz.

Ya que no ha podido suceder en la historia, que suceda en el epílogo. Vean la foto, se revela el origen y la inspiración (Old Boy) y se ve lo que antes fue imposible: ella y él, humanos y juntos.


Hasta una nueva historia!

lunes, 19 de febrero de 2007

Capítulo 20: Fin de la gran historia de Oh dae-su






Dicen que cuando Oh se dio vuelta para abrazar a su hija, un disparo le atravesó la espalda. Oh tembló y no pudo sostener nada más: el paraguas se cerró sobre Jerye y se convirtió en un escudo.
El disparo vino desde afuera de la escena, cuando miraron hacia allí, hacia ese afuera, vieron a los enemigos de Oh, uno de ellos era el francotirador vestido de buzo, pero luego había otros mil. Y dicen, que como una especie de acto de magia, todos ellos confluyeron en uno y de pronto se vio algo parecido a una… bestia. Y que la bestia lloraba.
De pronto, dicen, el hombre de Oh apareció desde el lado opuesto, y fue hacia Jerye, la descubrió y cerró el paraguas. La bestia, con una voz de mujer que se moría, habló: ¿por qué no viniste antes?, le preguntó al hombre de Oh. Este le respondió: porque me estabas amenazando, hecha hombre y enemiga, para que no lo hiciera.
La bestia se dio vuelta y empezó a irse, sobre esa nieve que no terminaba nunca.
Jerye miró el cuerpo de Oh y le preguntó a ese hombre que no conocía: ¿quién era ella?
El hombre… no supo que responder, pero pensó un rato y dijo: alguien que dejó en este mundo una parte de sí, para protegerte siempre.

Esta es la foto. Aquella que, decían, se desplegaría en el mundo cuando a Oh le dispararan: la sonrisa de Oh cuando vio a Jerye, con sus botitas de lluvia, y la atrapó con su paraguas.

La música: Into my arms (en mis brazos / en mis armas).
F I N


viernes, 16 de febrero de 2007

Capítulo 19: Jerye firmó. La bestia produjo el encuentro. ¿Quién es el que dispara?


http://www.youtube.com/watch?v=w2WURHY3D4A%20
Hoy es una noche no tan oscura. Una luz de eclipse lo cubre todo. Hoy es una noche que parece un día. La lluvia ya se ha hecho nieve. Oh Dae camina. Ve a una niña, con botas de lluvia. La niña agarra su mano y esto le recuerda algo. Ella, alguna vez, en una calle parecida, a sus cuatro o cinco años, hizo lo mismo con una mujer que no conocía. Y en su interior rezaba para que no la soltara y se la llevara lejos. Oh, se agacha, mira a la niña y la nieve se detiene: sabe que es Jerye. Y entonces le dice: si en este momento pudieras abrazarme o salir corriendo, qué harías? La niña contesta: mi mamá no me deja hablar con extraños. Se da vuelta y empieza a caminar. Oh dae estira su paraguas y la atrapa. Y le dice: hablar con extraños es una de las mejores cosas que podés hacer en la vida. Nunca se sabe, quizá el extraño sea conocido. Jerye ríe y se pone clara, es un signo luminoso, un cuchillito que reluce en un cajón oscuro.
La imagen de la niña interceptada por el paraguas produce en Oh una sonrisa inmensa y le llena los ojos de brillo. El ruido del paraguas al cerrarse sobre Jerye pareció el disparo de una cámara que consiguiera una foto única: la de la expresión de Oh al tener de nuevo a su hija.
El lago: cuidado Oh, no coincidís del todo con vos misma, hay alguien que está detrás y lleva revólver. No te muevas, Jerye podría convertirse en el blanco, quedar confundida con el paisaje.
La nieve: tenemos esa foto de Oh, el paraguas ha sabido hacer de obturador. Dicen que cuando a Oh le disparen, esa foto va a desplegarse en el mundo.
POR ÚLTIMO: escuchen la canción, y vean cómo este mismo paisaje, se mueve.

jueves, 15 de febrero de 2007

Capítulo 18: El ángel es la bestia. La firma de Jerye.



Miren. Vuelvan a mirar. Habíamos dicho que ha pasado el tiempo. Esta es Jerye.
Mientras Oh ha bajando la mirada para no ver a la bestia, ésta se desplazó hasta el lugar en donde habita Jerye que, por alguna razón, no ve a la bestia sino al ángel, al suyo, y siente que éste le ofrece un trato de bien. Es llamativa esta mirada encantada sobre la bestia que es, aunque aún no lo sepa, el reverso de Oh: la niña intuye a su madre.
Vean, hay algo que parece un vestido rojo, pero no es otra cosa, que la sangre que derramó Oh y que se ha secado sobre la niña, vistiéndola de princesa. Su pelo aún está ahí pero se ha desprendido un poco. Bastaría con que una tijera cortara ese pelo larguísimo para separarla de un pasado materno y criminal.
Pero la ironía del vínculo es ésta: aunque Jerye siga caminando y su pelo naturalmente deje de caer sobre el vestido, sus pasos la conducen a lo mismo: a Oh que no puede, porque no puede, controlar sus propios signos, sus maneras de ser esto o aquello.
¿Pero cuál es, entonces, el trato que firmará Jerye con su manito de cuatro o cinco años?

La bestia: firmá Jerye, agarrate de la mano de este ángel, te voy a llevar lejos porque es en un lugar muy lejos en donde está tu madre. Firmá y crecé. Volvete peligrosa. Esto es lo que te tocó.
La nube negra: Primero hacé esto, que es destino, y recién después rebelate contra esto, que es destino.
El círculo blanco, sobre la nube negra: Primero hacé esto, que es destino, y después hacé aquello que no es destino.

martes, 13 de febrero de 2007

Capítulo 17: Pasaron años. Oh extraña a Jerye. El encuentro con la bestia.



Esa noche Oh Dae lloró, y lloró. Jerye estaba lejos y ella lo sabía. También sabía que su niña sobreviviría, que tenía el favor de la Fortuna porque ella, Oh, había renunciado a su bravura y se había quedado débil, a cambio de que Jerye estuviera bien. Eso es lo que Oh pactó, finalmente, con los enemigos. Pasaron años de eso. Oh Dae camina bajo la lluvia porque desde ese día nunca, pero nunca, dejó de llover. “Soy la mujer y el hombre que la abraza.” Nunca más sostuvo un revólver, tampoco cuchillos. “Soy una mano que se mete en el bolsillo para no matar”. Mientras ella sea mansa, Jerye estará bien. Sólo lleva su paraguas. Cuando éste obtiene el favor del viento protege, pero cuando no, se cierra sobre Oh para cegarla. A veces Oh piensa que el paraguas hace sobre ella, lo que ella quiere hacer sobre Jerye: protegerla, “cerrarme sobre mi hija”. Pero miren, Oh agarra el paraguas con el puño firme, como antes. Es que acaba de ver a la bestia, que no es otra cosa, claro, que su reverso, en esta calle oscura y ella, la bestia, la invita a revestirla de nuevo.
La lluvia: "Lluvia de verano que no cesa. Bajar la mirada, no ver a la bestia. Piel de animal que raspa, a la niña que está cerca pero se escapa".

viernes, 9 de febrero de 2007

Capítulo 16: Jerye o la reconciliación


Enemigos: Ahora que ya tuviste la sensación de un hijo, pedí perdón. Acordate del día en que llenaste de sangre tu casa, y lamentalo.
Oh: ¿dónde está mi hija?
Enemigos: los que hablamos somos nosotros, no vos. Primero mirate en este espejo y decinos qué ves.
Oh: veo mi cara.
Enemigos: nos das risa. Mirá de nuevo.
Oh: veo… mi cara.
Enemigos: ¿tu cara es la de una bestia?
Oh: no, la bestia acaba de irse.
Enemigo: ¿estás segura?
Oh: yo la vi cruzar la puerta. Esta es MI cara. Pero escuchen esto: si no me devuelven a mi hija en 10 segudos, sepan que estén donde estén, esa bestia va a encontrarlos en cualquier lugar y los va a destrozar. Aunque yo tenga que volver a ponerme bajo esa piel, aunque después no pueda abrazar a mi hija sin lastimarla con mis uñas de animal.
Enemigos: no entendemos por qué hacés esto. Solo queremos que pidas perdón. Imaginamos que en un momento como éste, en el que creíste que estabas teniendo una hija, ibas a entender lo que significa que hayas destruido tu casa.
Oh: ¿en el que “creí” que había tenido una hija?
Enemigos: Oh, pequeña Oh… ¿todavía no entendés cómo funciona tu propio mundo?

El pañuelo en la boca de Oh: tu hija se llama Jerye, en honor a las personas que vos, Oh Dae, mataste. Porque Oh dae-su significa “el que se lleva bien con todos” y tu hija vino a reconciliarte con tu nombre. Jerye significa: rito en honor de los antepasados. Aunque vos no quieras pedir perdón, cada vez que llames a tu hija lo estarás haciendo. El mundo no funciona, sino que trampea: vos elegiste ese nombre y lo dijiste apenas ella nació. Ese fue el momento de tu reconciliación.
La cortina que corta la cara de Oh: los enemigos están detrás de mí, y vos te estás mirando en el espejo, del otro lado de mí. Ellos te ven con la cara en sombra, como su tuvieras una capucha de guerra. En cambio vos, en tu espejito de mujer joven te ves limpia. "El mundo trampea". Aunque te rompas la cabeza para entender por qué ellos te siguen viendo como una bestia, sabé que no mienten, yo soy la cosa injusta que arma esta guerra (soy casi una tontería, como todas las cosas que suelen armar las guerras).

miércoles, 7 de febrero de 2007

Capítulo 15: una niña bonita. Cuando cuente 10 dormirá. A brillar!

http://www.musicadesalon.com.ar/Audio/labestiapop.mp3
Sh!
No digamos nada. O casi nada. No importa si se llama hijo o se llama imagen. Importa ese entredós que es un milagro.
Es mujer.
Pesa bien.
Nació sana.
Miren atrás, esas letras son una ley de amor que dicta el hombre de Oh, que se sabe el padre de esa hija y que no renunciará a ella. Oh todavía no entiende que ese padre está ahí, cree que el abrazo con su recién nacida lo puede todo. Pero más allá de Oh, incluso arriba de Oh, esa ley amorosa rige la escena.
Callemos y demos las gracias (por todo). Mientras, escuchemos la música, justa e injusta, a la vez, que retrata y no la escena (Oh no coincide consigo misma - ahora hay un otro que le pertenece y no -, pero la frase "mi amor" le brilla en la boca).
La ley, en la pared: "Cuando esa parte de vos salga de vos y cruce la puerta, la bestia se habrá ido, quedará tu hija, tocándote con sus manitos y riendo: brillará tu amor."

lunes, 5 de febrero de 2007

Capítulo 14: Dar a luz. La imagen que viene.


Oh Dae, está a punto parir. ¿Pero a quién o qué? Aún no lo sabemos. Miren, su vientre está fuera de ella, es una caja de luz, cuadrada. Ese hijo será distinto (será claro). Cuando Oh retire el brazo de su caja, el o lo recién nacido, estará en su mano, sosteniéndose. Oh Dae sacará de allí a un hijo o a su imagen. Aun no lo sabemos. Pero lo que importa es esta promesa de luz, “dar a luz” es entonces lo que importa: iluminar al otro que hay dentro de sí. ¿Será un cuerpo o una imagen, de ella, distinta, nunca imaginada?
Oh Dae no sabe qué es lo que pasará, pero intuye un resplandor que lejos de cegarla, alumbrará, como si fuera un dios chiquito, privado, su propio mundo. Un dios que ella contrató bajo una ley distinta pero justa. (La imagen justa es una imagen tan simple como un velador de noche). Y allí está escrita, miren, en un libro concreto pero apoyado sobre nada; la verdad es eso, una letra justa sobre un espacio injusto o, al menos, inconcebible.
El hombre que Oh amó está cerca (miren atrás), disfrazado de niña que lleva vestido verde y que se asoma, de lejos. Un auténtico espía. Conserva la distancia apropiada, aquella que le asegura la visión del objeto amado y le dará una certeza: si nace su hijo él podrá acercarse, si no, podrá irse. O, al menos, mirar a la nueva Oh y decidir cuál será su próximo movimiento. De todos modos, hay algo en esta escena que le corresponde, un parlamento, una acción, un silencio.
Lo que lleva Oh en la boca: sin duda, el movimiento, será el del silencio. Lo que viene es indecible, tanto como eso que pasó entre Dios y el mundo cuando el primero decidió que el segundo existiría. La imagen es ésta:

miércoles, 31 de enero de 2007

Capítulo 13: la mala suerte. No es sólo dibujo, la foto está dentro del bolso.Oh renuncia a todo (punto para el enemigo).

Ni siquiera hicieron falta las manos, son las propias palabras las que desataron esta mordaza, tan fina y tan roja como la sangre de mi hijo, éste es el signo de que él nacerá. Destapo mi boca para decir que dejo ir a mi imagen; miren, arriba, mi espalda soporta un bolso y estoy por irme.

Dentro del bolso sólo llevo una foto que los muestra a mis padres bajo mi cuchillo: no me arrepiento. Allí, junto a esa que es Oh Dae que se va, están las palabras, las primeras que Oh Dae dijo después de matar, “Yo, a partir de ahora, soy mi imagen y mi deseo: nazco.”
Sostengo en la boca, aún, ese hilo de sangre que mañana será un otro (chiquito) pero mío. Le guardo lo que queda de mí, seré una mujer débil que no podrá levantar un cuchillo ni siquiera para comer. Pero si llega a suceder que pasa el tiempo, y él no me mata, yo voy a abrir las puertas de la casa y voy a desaparecer. A mi hijo le prometo una imagen, un deseo, y una casa en donde ese cuerpo pueda estar cómodo y reír.
Yo, Oh Dae, he visto cosas que ustedes no podrían imaginar… vi el mundo desde arriba, viajé por el tiempo, fui hombre, manejé por una ruta que no tenía fin. Yo amé. Yo maté. Yo reí. Es hora de renunciar a todo eso y ser débil. Al menos hasta que el futuro me de a mi hijo. Hasta ahora yo no supe llorar pero, créanme, en este momento mis ojos son sólo agua.
Todas las cosas: Oh dae, ésta no es la única manera. Buscá al padre de tu hijo, él te sigue y está cerca. Abrí los ojos. Y mirá.

viernes, 26 de enero de 2007

Capítulo 12 (clave): Lo que hizo Oh. Los enemigos hablan en serio (pero Oh se ríe).



Nos resultó muy conmovedora tu carta y tu canción, esperamos que disculpes que hayamos tenido que amenazarte para que la escribas. Es mejor que él crea que la decisión es tuya. Respecto de tu pregunta… preferimos no contestar.
Vamos a contarte una historia, o parte de ella. Algo de eso que no quisiste ver cuando te dimos la oportunidad. Vamos a poner delante tuyo ese espejo retrovisor en el que tenés que mirarte. Quizá esto te sorprenda, pero sabemos qué fue lo que pasó con tus padres. Recordemos el día en que te escapaste de tu casa. Hiciste algo. Y después sencillamente abriste la puerta y empezaste a caminar… Tus pocos años te sobraban para olvidar y para vivir lo que vendría. Eso creías. Y ahí robaste el auto, paraste en el hotel, y hubo un hombre al que amaste. Y ahora, el vientre abultado nos dice que vas a tener un hijo. Pero de quién es ese hijo Oh Dae, ¿es de él o es sólo tuyo? ¿O sos vos misma, dentro de vos misma y ese hijo es la imagen que te estamos pidiendo? Cuando nazca, vos vas a morir. Pero la que va a nacer vas a ser vos. Y vas a empezar todo de nuevo pequeña Oh. Sólo esperamos que te guste tu nueva cara. Tu pregunta es ¿por qué? Te invitamos a que abras tus malditos ojos y mires este espejo. Que mires ese día en el que levantaste un revólver y disparaste… y después abriste la puerta de tu casa para irte.
¿Ser madre sin haber podido ser hija? Nos das risa, Oh Dae, mucha risa. Necesitamos que pagues tu culpa, que renuncies a todo, no sólo a tu imagen sino a la casa de donde saliste, a tu hombre, a tu revólver y a tu hijo (él o vos, tenés que elegir). Y no sólo esto, sino que el pedido es aún más específico: necesitamos que renuncies al deseo de todo eso.
(Hasta que no laves la sangre de tu casa, no habrá sangre para tu hijo, ¿es claro?).
Mirá esta foto, esto es lo que va a quedar de vos, un reflejo.
Oh Dae, a los enmigos: miren el dibujo, y miren arriba, ésa es mi letra, aprendí a escribir mientras mataba, a partir de allí tuve palabras, allí dije: mi nombre es Oh dae-su, y empecé a caminar. Disculpen que me ría pero:¿me piden que me arrepìenta de haber nacido?
Ah, no fue un revólver, fue un cuchillo.

miércoles, 24 de enero de 2007

Capítulo 11: Carta desde algún lugar, de Oh dae-su a el hombre de Oh Dae-su (mecanografiada).


http://www.musicadesalon.com.ar/Audio/acordatedeolvidarme.mp3
Te escribo esta carta con mano de mujer, la canto con voz de hombre: el amor es el mismo. Oh dae, más que nunca, te quiere como todo lo que es.

Acordate de olvidarme, yo te lo pido, que una bala me espera, en cualquier sitio ( que una bala me espera… en cualquier sitio)
En el ojal de sangre de mi camisa, la flor que yo te dejo no se marchita (la flor que yo te dejo no se marchita)
Su raíz tendrá plomo, por tallo un grito y el cielo de tus ojos pondrá el rocío ( y el cielo de tus ojos pondrá el rocío).
Buscame en cualquier diario, lee entre líneas, tendré una mala mano y una sonrisa, que la muerte a esta altura me causa risa.
Acordate de olvidarme, yo te lo pido, que una bala me espera en cualquier sitio ( tal vez calibre 9, tal vez 45)

PD: A mis enemigos… la venganza es una comida que se come fría… pero yo sabré comerla a cualquier temperatura y ‘en cualquier sitio’. Ah, una pregunta:

lunes, 22 de enero de 2007

Capítulo 10: Los dos lados de Oh. El presente y el futuro, a la vez. El amor se asegura.




Oh Dae, en este desplazamiento que realizó la cámara (o el ojo), ¿desapareció?. La escena es la misma pero vista desde otro ángulo. Es posible que haya caído por ese balcón que ahora es gruesa pared o que haya cambiado de sexo y siga ahí, a punto de caer. Habíamos dicho que el francotirador podía, en realidad, ser un resto de ella (capítulo 4). El resto de Oh sería un hombre, que mata. Y podría decirse que sí. Que ese perro chico, en brazos de quien lo sostiene, es, ahora, el nuevo resto: lo femenino que sigue trabajando, advirtiendo que 1) puede morder o, al menos, ladrar. 2) Que, de todos modos, cabe en dos manos y necesita ser abrazado.
Lo que es claro, es que el que amenaza es el hombre que la quiso en el hotel. Pero miren esto: esta escena, en la que el ángulo y la acción ha virado, muestra los hilos, del arnés (y del amor). El la amenaza, quizá esté enojado porque ella, a punto de caer por el balcón, trocó su sexo, como diciendo “la mujer que soy no va a morir” y en ese acto, lo abandonó. Pero él tiene tan asegurada a Oh Dae como Oh Dae a su parte femenina, hecha perro chico que debe ser tenido en brazos.
Y miren el dibujo que es el que muestra, siempre, el reverso de las cosas: allí, en ese lugar o tiempo que habíamos llamado 2046, Oh Dae-Su ha empezado una destrucción. Incendiarlo todo, allí, es también decir que quiere volver, a éste, su tiempo. ¿Cabe alguna duda, de que la que incendia y destruye en el 2046 es Oh Dae vestida de mujer, y que esto es posible porque aquí, en el 2007, se ha vuelto hombre?
¿Y cabe alguna duda de que Oh, cuando es mujer es quien debe ser y cuando es hombre es un asesino que mata o es perseguido?
Miren bien la foto, allí están el arnés y el amor, sutiles, casi invisibles.
Algún lado de Oh, señalando su corbata: aunque me agarres de aquí, se que me estás agarrando de allá, con más fuerza, para no dejarme caer hecha hombre. Te agradezco y me río (los dos hacemos trucos).

jueves, 18 de enero de 2007

Capítulo 9: La culpabilidad de Oh. El pasado es la huella que se borra. Las voces del enemigo.




Oh Dae: ¿Cuál es la escena que se abre, a la vez del amor? ¿Somos nosotros los que te perseguimos? ¿Somos nosotros los que impedimos que vivas tu tiempo? Pequeña y vieja Oh, arriesgada y dulce Oh, estúpida y pobre Oh, recordemos un poco cómo fueron las cosas. Detuviste el auto en un hotel, al costado de la ruta. Te encontraste allí con un hombre, él decía que te amaba. El sexo fue dulce, vos fuiste mansa. Salieron al balcón de la habitación, se besaron mientras el aire del verano corría sin detenerse en nada.
Después entraron, y de nuevo en la cama, te dormiste en su abrazo que era confiable. ¿Soñaste? Sí, claro (eras una parturienta en un desierto hecho a tu medida y podías todo: parir y ser parida a la vez, ésa era la imagen, injusta, que soñabas).
¿Pero qué es lo que te hizo soñar eso? ¿Por qué, si estabas con alguien que decía quererte, con quien podrías haberte imaginado un hijo, te soñaste sola?
¿Negarías que cuando él te besaba en el balcón, hubieses querido tirar tu espalda hacia atrás y que todo el peso de tu cuerpo hiciera que te cayeras al vacío o a lo que sea? De hecho, ¿eso no sucedió? Lo pensaste, Oh Dae, y entonces sucedió.
Pero mirá la foto, mirate, vos sos más joven, tenés el pelo suelto, él es casi un adolescente: ¿la escena primaria del amor?
Vos fuiste la que rompió el tiempo (en vez de sentir ese beso, sentiste la caída hacia atrás, el cuerpo era el péndulo de un reloj que atrasaba). Después, sí, nosotros hicimos lo nuestro y vino el 2046.
Sólo estamos aquí para recordarte algunos capítulos de la historia, escuchar sólo a una de las partes, sería como mirar la hora en un reloj con una sóla aguja: el tiempo sería, al igual que tu imagen, injusto.

Ah, nos olvidábamos… Mirate ahí, casi cayendo: ¿quién es el que te fotografía y quién es la que se arriesga para que la foto sea única? ¿Quién se muere cuando ama y posa para que eso sea visto? Nosotros diríamos que su nombre empieza con O.


La mano de él, en la foto: tranquila Oh dae, cualquier escena de amor despierta la escena primaria del amor, y entonces, algunos, quieren morir.

Las nubes en la foto: sh pequeña Oh, silencio. El enemigo miente, pero aún no es hora de decirlo. ¿Si no, qué quiere decir este suelo de desierto y este cielo?

Las letras en el cielo del dibujo (a las nubes, asintiendo ): El beso - el cielo bajo el cual Oh fue amada- se une con el desierto - allí soñó a su hijo- a través de estas palabras. Oh Dae, pronto reirá.

martes, 16 de enero de 2007

Capítulo 8: El amor y la imagen (¿el pasado es la huella de lo que estuvo o de lo que no estuvo?). La voz del enemigo.




Te dijimos que dejes de escaparte. Que no corras. Que no había ningún lugar más allá. Pero abriste la puerta de tu casa y allí viste una ruta. Un auto viejo, abandonado, te sirvió. En el medio de esa fuga, en la mitad de eso que vos sentías un camino, te frenamos. Quizá viste un camión inmenso, y quizá, dentro del camión, animales rumbo al matadero. O en vez de esto, que se desataba una tormenta que no te permitiría seguir y entonces frenaste al costado de la ruta. Lo cierto es que por alguna razón, nosotros apagamos el motor de eso que sentías tu auto, en eso que vos sentías una ruta.
Alguna voz, nuestra, sonó dentro tuyo, “quizá haya poco rubor en las mejillas, quizá haya que retocar los labios”. Te miraste en el espejo retrovisor pero no viste la ruta, ni siquiera los contornos del auto. Tampoco tu cara era tu cara, eso pensaste, eso, sin saberlo, nos dijiste. En ese atrás, en cambio de lo que suponías, estaba algo que parecía tener que ver con tu vida. Algo que no quisiste reconocer y que te hizo, Oh Dae, sufrir. Después de esconder la cabeza entre los brazos para llorar (la intención de meterte dentro de tu propio vientre era clara) tenías dos opciones: 1) Volver a mirar por el espejo retrovisor y enfrentarte con ese algo que tenía que ver con vos 2) Mirar hacia delante y volver a tener la sensación de auto, de ruta y de lluvia. Elegiste, claro, lo que no debías. Arrancaste “el auto”, seguiste por esa “ruta”, paraste en un “hotel” que estaba en el “camino”, te enamoraste de “alguien”, dormiste con él, soñaste con “tu hijo”.
Después, el francotirador, el rapto, un actor… Y vos, ahora, extrañás, claro, el hotel porque allí sentiste amor y una promesa de futuro: un hijo. Nos reímos al decir esto, pequeña Oh Dae, vieja Oh Dae… nos reímos al repetirte, una vez más, que nos debés algo. Y ese algo tiene que ver con tu imagen, con un espejo que apunta hacia atrás y te muestra siendo quien vos no hubieses querido ser.
Mirá esta foto Oh Dae, vos en el hotel, y tu romance en el balcón... La sacamos de lejos, para mostrarte cuán fuera de foco, cuan deforme puede ser eso que vos llamás amor.
Mirá, también, el dibujo: hay que mirar lo que hay que mirar, aunque esto suponga un desajuste tan grande en el pasado, que deba producirse un rapto hacia el futuro para poder vivir, para decir: eso pasó hace mucho, mucho, mucho tiempo.
La imagen de la muerte, en el dibujo: no mires, mi rostro no puede verlo el hombre y vivir.
La sombrilla, en el dibujo: pequeña y vieja Oh... no mires!

lunes, 15 de enero de 2007

Capítulo 7: la maldición de Oh


Yo, Oh Dae, maldigo mi origen, mi nombre, mi raza bandida, la herencia y maldigo, por Dios, al tiempo, que desdibuja (dibuja y transforma en foto sin que yo pueda preveerlo) lo que soy. El tiempo es este fotógrafo cuya tajada es la imagen de Oh dae-su, y me la muestra para hacerme llorar. Y por eso maldigo, también, este rapto; yo acá, en el 2046, soy la imagen de un rapto espontáneo: una foto. Esto que ven es mi obligación; alguien dice "abrazá a este actor de fotografías y besalo con restos de amor." Pero yo recuerdo a quién yo amé: con él al lado soñé a mi hijo (y pequé). Y lo abracé una noche mientras un francotirador digitaba mi sueño tras una máscara de buzo. El agua de su mar, la que salpicaba su traje negro, real, fue rápidamente el agua en el que nadaba mi hijo, la placenta en la que se movía solo, en mi sueño.
No amo a este actor y, además, actúa mal! Y esta mil veces maldita saga sobre mi vida hace juegos con mi imagen, olvidándose que la forma con la que se juega (el dibujo, la foto, el film) es la de mi alma.
El francotirador detrás del círculo-marco: Ya te lo habíamos dicho, "lo que perseguís no es más que aquello con lo que otro hará, más tarde, tu alma, es decir, tu imagen. La función de este objeto no es de meta, sino de causa mortal (hacé tu duelo por este objeto, éste no es más que tu imagen)."
La cortina verde, al oído de Oh: Sh, Oh Dae, ya llegará el día en que la imagen coincida con el alma. Y ese día, amarás.

jueves, 11 de enero de 2007

Capítulo 6: Oh dae-su paga su culpa



Vean, Oh Dae ha viajado en el tiempo, esos relojes fueron un anuncio.
El amor, que se materializaba en ese abrazo dormido pero a la vez amenazado, había hecho posible que la foto y el film fueran la forma (capítulo 4). Pero ahora es el futuro, el tiempo está roto. La convivencia del dibujo y la foto (capítulo 5) también anunciaban, eso: “estallarán las junturas del tiempo y de la forma, la imagen de Oh Dae sufrirá un golpe seco, un colapso.”
Ahora Oh Dae está lejos, en el año 2046. Vean su cara, las lágrimas a punto. ¿Por qué fue arrastrada brutalmente hacia el futuro justo en el momento en que el amor era tan físico? ¿Y por qué, un francotirador está en su lugar, hace de ella?
Oh Dae, esa noche mientras dormía, había soñado a su hijo. Y el sueño había sido un tercer oráculo: ella era una parturienta solirtaria y el fondo era el desierto. Pero en un momento, una voz extraña, le decía: nacerá tu hija y se llamará Oh Dae-su. Esta voz lo cambiaba todo: la que nacía era ella, la solitaria era su madre.
¿Es por la realidad o por el sueño que el tiempo se rompió? Lo imposible no era el amor (plano real) sino que ella fuera su propia madre (plano del sueño). Lo imposible era el dibujo. Las lágrimas de Oh están por caer y es por esto: ella fue quien soñó lo que no debía. Ella, que dormía junto a un hombre, quiso de nuevo estar sola, creyendo que lo podía todo. Ser la madre y la hija a la vez fue encarar al tiempo para matarlo.
El año 2046: soy tu castigo.
El color del desierto: ahora soy tu piel y el fondo de tu imagen. Tus lágrimas son la lluvia que necesito.

miércoles, 10 de enero de 2007

Capítulo 5: Oh Dae-su o el francotirador



Todo cambió abruptamente. La que susurra no es Oh Dae sino el francotirador, ya sin su máscara de buzo. El (el que fue amado por Oh hasta anoche) acaba de despertar y se ve vestido, como si alguien hubiese acomodado su vida para que esta nueva escena se abra y él no la entienda. ¿Oh Dae ha desaparecido o el francotirador es, como habíamos dicho, un resto de ella, una cara, masculina, que amenaza con matar?
¿Es eso lo que dice al oído: Amor he despertado de esta forma, con el sexo opuesto a vos y a todo, y esta noche necesito dispararte?
Lo obvio (y esto es porque la cámara – o el ojo – se desplazó hacia la derecha y se acercó) es que en este plano cerrado lo que antes, en las cosas, era oscuro ahora es claro (la manga de la camisa del francotirador y la pared ahora son blancas pero siguen siendo, como antes, ambas del mismo color), que ni siquiera la cama entra en cuadro (no hay huella del amor que hubo) y que es incierto si Oh dae está o no está, es mujer que ha desaparecido u hombre que amenaza y lleva reloj en la misma mano que antes, con un dedo estirado, recorría su propia pierna desnuda.

El reloj del francotirador: aún no es hora, Oh dae, de saber quién o qué sos, aún no.
Capítulo 5 *
Sobre el tiempo: Miren al Francotirador. Lleva una suerte de reloj de arena, en la misma mano en donde antes llevaba el reloj pulsera, que puede ser, también, pequeño instrumento musical (de todos modos, tiempo). ¿De quién se escapa? Arriesguen, ¿quién ese otro que amenaza desde arriba con una espada? ¿Y de quién es, entonces, el tiempo que se lleva?
¿Es de Oh lo que se roba o es Oh quien se escapa? ¿Y por qué, si el cuerpo de Oh, que estaba desnudo y quería, desaparece, se abren escenas que arman este contratiempo, este repique sobre los otros cuerpos? ¿Por qué vuelve a aparecer el dibujo, que es promesa de ficción pero también amenaza de que la vida que se había logrado en la foto y en el film pueda retroceder?

lunes, 8 de enero de 2007

Capítulo 4: El amour de Oh es amenazado


Miren… Oh Dae logró abrazarlo, no estar encima ni debajo sino al lado y logró, véanlo, acariciar el cuerpo de ese otro que deseaba. Dormida, sin otra opción que la de hacer silencio, no ha quedado ni siquiera el susurro: el bien que ese susurro, amplificado (porque ella era un mar bravo y oscuro y su euforia era, también, ruido sobre él), prometía, es ahora una cercanía: Dormir juntos. Pero vean detrás de ella. Esa figura negra y con máscara de buzo ¿no es un resto de aquel mar? ¿No es el resto, oscuro, que ella dejó al covertirse en mujer? Y allí un dedo, miren otra vez, recorriendo la pierna de Oh, amenazando con convertirla, de nuevo, en lo que era, un dibujo de una mujer y un fuera de campo (un pasado y un futuro) que al ser un híbrido entre el dibujo, la foto, y el film no pueden unirse y formar una vida.

El color rojo: tenés que seguir así, Oh, callada y durmiendo, por más que la oscuridad, y aunque ésta tenga forma de francotirador que viene del mar, esté tan cerca y amenazando, tenés que seguir así, en ese abrazo que das y te dan, como si no pasara nada: eso es el amor.

viernes, 5 de enero de 2007

Capítulo 3: El amour de Oh


Oh Dae a él: no te miraba porque tenía miedo de esto… volverme un agua oscura e irme contra vos. Elijo hablarte, ahora que mirás para el lado opuesto de mí, yo, fuera de mi campo, desde este aparato porque el ruido del agua, mi propio ruido, exige amplificar la voz. Mi voz quiere decirte: te quiero. (Prefiero mi voz, porque mi cuerpo se ha vuelto agua que pretende arrastrarte). Así que me detengo, me quedo sobre tu figura para que escuches, mi susurro amplificado, mi promesa de bien.

La palabra amours: Quizá, si no son dibujo, ni foto, ni film puedan mirarse a los ojos y encuentren su real.
La palabra suicidaire: Ellos son una foto, en parte dibujada, y han salido de un film: Old Girl es el reverso de Old Boy que es lo mismo que decir “ella se ama a sí misma”.

miércoles, 3 de enero de 2007

Capítulo 2: La differance de Oh


Las palabras encontraron un cuerpo (él, que mira desde atrás es, claro está, la materialización de esas palabras que antes eran, arriba, dibujos en el aire) y Oh Dae que era dos (que estaba abajo lavando su ropa y arriba dispuesta a ponérsela ya limpia y con su perfume que había durado) es una sola y ya se ha vestido.
Pero él, sin embargo, y aunque su elegancia se percibe, está fuera de foco que es lo mismo que decir que esas palabras (las que buscaban un cuerpo) balbucean.
Y ella, sigue mirando hacia un fuera de campo que podría ser el ánimo del amor o el ánimo del odio. Digo, el amor o el odio buscando animarse, volver a ser dibujo pero tener movimiento o seguir siendo foto para volverse film.
El pañuelo que está en el bolsillo del saco de él: digas lo que digas, seas lo que seas, pronto vas a llorar.

martes, 2 de enero de 2007

OLD GIRL PRESENTA: ODA SUICIDARIA, AMORES MALTRECHOS Capítulo 1: El ofrecimiento de Oh

Autor: Old Girl // Personajes: Oh Dae-Su, El hombre de Oh / El francotirador / Los enemigos de Oh / Las cosas / Jerye / La bestia // Formato: Foto+dibujo (se juega con el film).

Epígrafe:
"Aunque abra bien los ojos, no veo nada"
Zatoichi.



Miren a Oh Dae: lava su ropa, mira hacia atrás. Pero nada sabemos de ese pasado porque es lo que no vemos, el fuera de campo: el dibujo se corta ahí pero su mirada traspasa el corte y en esa línea que la mirada proyecta se abre una pregunta que Oh no contesta (en la boca, la ropa íntima es también mordaza): ¿el pasado es la huella de lo que estuvo o de lo que no estuvo?
Pero la escena que se abre arriba es distinta: ella, la otra que ella será cuando termine ese trabajo que consiste en lavar y olvidar, que es lo mismo pero lo primero concierne a las cosas y lo segundo a las palabras, mirando hacia el lado opuesto del pasado y junto a su valija. La valija que es promesa de viaje, que es cuidado de la ropa y noche para lucirla, está abierta y ella está ofreciendo lo que sea a alguien que en principio es pura palabra pero que busca, sin duda, un cuerpo para decirlas.
El balde amarillo y blanco: Sh, Oh Dae, tus manos aún están acá, lastimándose, para que esta ropa sea un poco mejor. Y eso es todo: ser un poco mejores haya o no haya noche para salir y mostrarlo.

jueves, 28 de diciembre de 2006

El deseo de Oh


Si yo dijera que quiero, el 31 éste, encontrarme con un desconocido a poco de las doce, no decirle demasiado, que no me diga casi nada, agarrar su mano y caminar o ni siquiera eso, quedarme mirándolo porque será hombre y será alto, y yo reír por la travesura, "me escapé de todo", y estar ahí, sin saber nada de ese a quien miro y sentir el frescor de la noche hasta que sea el nuevo año (sobre nosotros el artificio del fuego y nadie en la calle porque será en la calle), y sentirme una pequeña prostituta: la ilegalidad del acto tiene que ver con ser mujer y con tratar con un extraño y darle lo que pida… Si yo dijera esto, alguien respondería? Alguien, dejaría una dirección bajo una linda estampilla para decir “te espero acá”, también él renunciando a eso que impera en las fechas como éstas, que es, en suma, enfrentarse a los mismos, no estar en contacto con lo otro? Y sería alto y podría mirar así? Y se quedaría bajo el artificio, y ahora hablo del truco de este encuentro, como si no tuviera una historia que lo succionara hacia atrás, que le tirara de la manga de la camisa para decirle que debería estar en otro lado? Yo renuncio a la casa familiar, a mis tíos y a mi hermana, renuncio al vino que más me gusta y a mi novio y a mi ex novio y a mi soltería y a mi promesa de estar con ellos, yo renuncio para siempre a escribir, a vestir bien y a pasear y a la música, renuncio a mi auto, a mis viajes, al dedo que al ver las fotos que me muestran tan distinta en cada época señala y dice que esa soy yo, renuncio a comer y a fumar y a ser diestra, renuncio a todo porque esto sea posible que es lo mismo que decir, “porque yo sea otra”: hombre, con palillos de peinar en la cabeza oscura, la textura de dibujo animado, el porte oriental y lejano.

miércoles, 27 de diciembre de 2006

La ley de Oh


Me gusta el corte: no es al hombre y a la mujer lo que la línea del medio (posible ventana detrás de la que sí o sí debo mirar porque no puedo, si soy espectador – y esto es lo único que puedo ser-, estar entre ellos, en el contraplano) separa, no es eso, es la propia relación, que se corta en el nivel del abdomen, de él y de ella, pero sus corazones, sus bocas y los sexos permanecen juntos, como si supieran de la famosa falla a la que la relación sexual está sujeta – que de allí se sostiene-, pero la negaran para seguir queriéndose. Esa negación es aún más llamativa ya que sus rostros están vueltos hacia la ventana, hacia la mira del espectador, y entonces pareciera que lo desafían todo: la teoría, la Ley y la posibilidad física de que el cuerpo siga, aunque esté cortado en dos, con ganas de querer toda una noche (y que pueda).

martes, 26 de diciembre de 2006

Las amargas lágrimas de Oh


Es el maldito 24 y son las siete de la tarde. Las lágrimas, malditas, se caen de los ojos y digo esto con voz de mujer triste, como de película vieja: estoy tan sola. Si supieras cuánto pero cuánto miedo tengo de que esto sea así para siempre. El sol abraza, pero no a mí. A la mujer que va con su hijo y me mira diciéndome "cuando tengas uno vas a desaparecer", al capot azul de mi auto, a los tilos y los aromos y los quebrachos, a las calles de tierra, al chico de tres o cuatro años que va agarrado de su madre y me mira, ahora él, como si la cámara que filma esta película, vieja, hubiese hecho un travelling de mi boca llena de lágrimas, al capot, a la madre, y, finalmente al chico diciéndome "quiero que ella desaparezca y ser tuyo"... El sol abraza, decía, a todo eso pero no a mí porque yo rechazo, todo: los árboles, las calles, el chico, incluso el capot de mi auto y el olor prematuro de la llovizna que pronto va a caer sobre él, y sobre mí cuando baje, con mi vestido "que no tiene nadie". Yo rechazo la película, actúo en ella porque me pagan, léase, porque alguien me dijo que (de algo) tenía que vivir.
Esta necesidad, maldita, de ser diferente a todo lo que hay en el mundo, de no desear nada de lo que los demás desean y tienen, es insoportablemente genuina: no quiero nada que no esté dado para mí, ofrecido como si alguien, el universo o Dios, lo hubiesen preparado, durante mucho tiempo, para mí.
Miren el dibujo: si tengo un vaso, tomo de una fina pava de color rojo oriental. Y eso me hace hermosa. Pero en algún lugar (y esto el dibujo arriba lo muestra bien) se abre otra escena: esa en la que me desgarro y grito por no haber tomado del vaso, por no haber sido como todos.

miércoles, 20 de diciembre de 2006

Oh, la lluvia!


Día de rezo y de orgía: de comunión. Bailoteamos bajo la lluvia a las dos de la madrugada, todos. Después un vals, con mi amigo, los dos, ya solos, bajo esa lluvia que era una gloria. La escritura, qué es la escritura? A mi me importa esta lluvia, las manos de mi amigo en la espalda, su alegría. Las risas, después, de todos, y todo lleno de rusos. Rusos sabandijas y bandoleros. Y la chica que arma lío, lío de nena linda. Todos son lindos. No me despido. No los dejo. Estoy bajo esa lluvia, hoy, y los poros se abren, no rebalsan, siguen como las flores de mi vestido, abiertos y quieren mojarse. Y las flores de mi cabeza, “estoy linda, yo también”. Nuestro querido Ar-Tiusha (así le digo hoy, recordando mal un nombre que escuché cuatro veces, cuando fui a “su casa” rectangular y luminosa), formando de alguna manera un acorde musical con todo lo que allí hay de ruso, que mira, comparte y me dice: no hay razones para sufrir. Y es cierto: en esta noche afirmaría que no hay, en el mundo, razones para sufrir.
Miren el dibujo: el paraguas, claro está, no es un paraguas, es el amor de ellos, cerrándose sobre mí.

lunes, 18 de diciembre de 2006


Oh Dae soñó una noche que él era sagrado. (Soñó que él era un caballo).
Despertó, lo abrazó con su cuerpo desnudo y le susurró: mi bien, este beso en tu cuello es mi promesa de amor.
El
se levantó a la madrugada y la golpeó en la cara, en el vientre, en los pies, en el pecho que quedó hinchado.
Oh Dae, con agua en los ojos, mirando sin reconocer al de anoche, le preguntó por qué.
El respondió: no lo se.
Entonces, la pequeña Oh se quedó callada, miró hacia la puerta y le dijo: no vas a verme (nunca más). Cerró la puerta y mientras bajaba por la escalera pensó: hubiera sido capaz, si él hubiese muerto y yo quedaba viva, de enterrarme junto con él, como hacían los antiguos con su caballo. ¿Por qué, por qué soñé que él era sagrado?
Miren el dibujo: es Oh Dae que ha tomado el color de un caballo y que, encorvada como el animal, con el pie de atrás sacude la tierra para olvidar?

jueves, 14 de diciembre de 2006

El discourse de Oh Dae


Preparo, para ellos, un discurso sin método. En unos días habrá un acto en donde yo quiero hablarles. Sigo escribiendo (hace días que lo hago), buscando las palabras. “Estilo es la piel que tiene el escritor con el mundo”. “Y cuando el horizonte de la lengua (eso que nos atraviesa, a lo que somos arrojados) hace eje con la verticalidad del estilo (la biografía del escritor, su esplendor y su soledad), nace la escritura”. Yo, trato de acomodar mi biografía en el horizonte de ellos, conformado por ellos. Miren el dibujo: la línea vertical de palabras (mi esplendor, mi soledad). Ellos, el blanco (el horizonte es todo, menos yo).
El círculo: Sh, Oh Dae, sólo hay que rezar a Dios para que haya horizonte, la escritura es ese rezo.

martes, 12 de diciembre de 2006

La justicia de Oh


Miren a Oh Dae, allí inclinada hacia el lado de las palabras y no del silencio, y entonces no hay justicia (las dos partes de su pequeña balanza no se igualan). Otra vez algo amenaza su cuello: ¿recuerdan el paraguas de Oh Dae, en esa perfecta toma de karate? Las palabras hacia las que se inclina, son hoy indecibles: el dolor impera y baja del cuello, lento, llega al corazón y el corazón no resiste, no, el karate (ni siquiera el roce del enemigo). Entonces el dolor sigue bajando y se derrama en el suelo como si fuera un vestido rojo que llevara puesto Oh Dae.
¿Qué palabras son las que no hacen justicia?

jueves, 7 de diciembre de 2006

Palabras


Si en el costado no estuviesen esas palabras, él estaría muerto, “el resto es silencio”.
¿Qué palabras nos sostienen?
Yo digo: revelación, buscado, pendencia, encanto, fascinación, misterio, griego.

lunes, 4 de diciembre de 2006

Oh Dae Sh!! Ahora lo dice el gato




Mírenla, es Oh Dae, retraída en su fondo amarillo. Pero miren arriba de todo, eso que es nube o cortina, eso que es palabra o dibujo, es lo que la retrae.
El gato con su cola perfecta dice: “Después el verano era un vapor de tilos, y el abono entre los girasoles y los caballos viejos ardía.
Una muchacha,
En un hilo de sombra,
bajo balcones de madera y postes quemados por el sol de Leo, no sentía nada.”
El gato habla en pasado, pero habla de Oh Dae que está ahí, es que sabe que a ella le gusta la palabra indirecta, el rulo de su cola.
Sh, Oh Dae, aún no es tiempo de sentir, aún no.

viernes, 1 de diciembre de 2006

Agalma: pro-verbio de Oh Dae para el fin de semana

Esto lo aprendí de un maestro (J. L.)
El ágalma es ese objeto al que el sujeto cree que apunta su deseo. Pero no.

“Ocúpate de tu alma... Debes saber que lo que persigues no es más que aquello con lo que otro hará, más tarde, tu alma, a saber, tu imagen. Debes percibir que la función de este objeto no es de meta, sino de causa mortal, y haz tu duelo por este objeto. Este no es más que tu imagen”. La dejo picando.

Oh Dae-Sh!


Muchacha visitando un templo shintoísta en una noche de lluvia. Suzuki Harunobu.
Miren ese paraguas sobre la muchacha: es una perfecta toma de karate, caricia o golpe mortal (imposible saberlo, la pintura nada dice de la fuerza que hay allí).
Es, claro, Oh Dae-su.
Caricia: Oh Dae siente que es un animal chico a quien su madre muerde en el cuello, para llevarla.
Golpe mortal: por esa garganta pasan palabras que el paraguas obliga a callar.
El paraguas le susurra al oído: "Sh, Oh Dae. El amor no se dice antes de tiempo. El amor no se dice."

jueves, 30 de noviembre de 2006

¿Quién es Oh Dae-su?

Camino por calles oscuras y llueve. ¿Soy una mujer? Tengo frío: el hombre que soy abriga a la mujer que soy. Mis zapatos de mujer hacen que el agua salpique entre las baldosas. Mis zapatos de mujer son las botas de lluvia de una niña (miro alto, a ella, que no es mi madre pero agarré su mano y hasta que no me empuje no voy a soltarla. “Cuando me suelte, voy a llorar”). La mujer que soy extraña a esa mujer (Otra) que no quiso ser su madre: ella que se mojaba y recibió un apretón en su mano derecha por parte de una niña de cinco años, me soltó.
Camino por calles oscuras: soy Oh Dae-su.